Entre togas

Roberto Sierra Gabarda · Pamplona (Navarra) 

Era un martes lluvioso cuando entré en tu oficina del Juzgado por primera vez. Aquel cactus sobre tu escritorio y la hilera de togas le daban un toque fantasmagórico. Con verme adivinaste que era un novato y con ironía me leíste cada las normas de uso que tanto te gustaba promulgar y que colgaban en el tablón cual pragmática real. La semana pasada nos dejaste. Entendiste como nadie a los abogados. Nos avisaste si el señor Juez estaba de mejor o peor humor. Calmaste nuestros nervios antes de una vista importante y te ofreciste a tomar un café cuado las cosas no habían salido bien. Quizás no tuvieras la mejor oficina a pesar de tus continuas peticiones. Quizás no siempre fueron amables contigo a pesar de que siempre contestabas con una sonrisa. Quizás no tuviste el reconocimiento que merecías, pero para mí, entre aquellas togas, siempre fuiste el rey.

 

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