COSAS DEL OFICIO

Eva María Cardona Guasch · Ibiza (Islas Baleares) 

Soy socia en un gran bufete. Casos de gran cuantía, clientes poderosos, pleitos de enjundia. Siempre he estado adscrita al turno de oficio. Mis compañeros me reprochan que dedique tanto esfuerzo a ese menester. Luis, mi marido, me increpa: “Marita, ¿qué necesidad tienes de llevar esos casos? No dejan fianza ni beneficio. Esa vocación tuya de defender a los desfavorecidos es una ilusión de chiquillos”. Yo no comparto su opinión. A mi me compensa el turno. Me hace mejor abogada. Intervengo en situaciones que conviene conocer y de otro modo ignoraría. ¡Nunca imaginé hasta qué punto! Hasta ayer. Estando de guardia, tuve que comparecer en el juzgado y asistir a una víctima de violencia de género, una joven aparentemente agredida por un amante celoso. Súbitamente me di de bruces con la realidad más cruda. Ocurrió cuando vi al presunto maltratador. Él también se alteró al saberse delatado: “¿Luis?” “¡Marita!”

 

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