CARAMBOLA

Joaquín Valls Arnau · Barcelona 

Está separada y tiene un chiquillo de seis años. Tras haber agotado el subsidio de paro, una mañana tomó prestada a su hijo la pistola de sheriff y asaltó una tienda de comestibles. La detuvieron antes de que pudiera llegar a casa con un par de bolsas llenas de alimentos. Me correspondió defenderla por turno de oficio. Alegué la eximente de estado de necesidad. Contra la opinión del fiscal, que reclamaba una severa condena por robo a mano armada, la juez dispuso su libertad provisional sin fianza, con obligación de comparecer en el juzgado cada quince días. Por esas fechas en el despacho se nos jubilaba Pilarín, que se ocupaba de la recepción y el archivo. Sin dudarlo, le pedí a ella que aceptara hacerse cargo de tales menesteres. Gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas mientras en mi garganta se formaba un nudo que todavía sigue ahí.

 

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