ABSOLUCIÓN Y CONDENA

Eugenio Arribas López · COLLADO-VILLALBA (Madrid) 

El objetivo era ahora que María volviese a sonreír. Utilizaría la fórmula que nunca le fallaba, mezcla de pasión y humor. Recordó su desconcertante reacción cuando le enseñó la cédula con un señalamiento que les impedía emprender el viaje que a ella le hacía tantísima ilusión. No hubo reproches, ni inventario de las veces que había sido postergado, sólo silencio; un espeso silencio prolongado durante semanas que, no sin cierto sentimiento de culpa, agradeció para volcarse en el caso. Crecido por la absolución de su cliente, estaba seguro de saber hacerse perdonar. Cuando llegó, María no estaba; era raro, desde que sus hijos se emanciparon apenas salía por las tardes. Sobre la mesa, debajo del decorativo ladrillo de diseño, encontró un informe médico con un diagnóstico fatal. En el mismo papel, había escrito: “Estoy segura de que tu cliente habrá sido absuelto pero no has podido aliviar mi condena”.

 

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