Imagen de perfilUna idea extravagante

Sergio Martínez Rubio 

Jacinto era aficionado a la pesca de ideas extravagantes. Por eso, el mismo día del juicio, llamó a un fotógrafo de la prensa local. Su abogado le había advertido que no serviría de nada. Aun así, él quería demostrar, a su manera, que el vertido de su granja no contaminaba en absoluto el arroyo. Con un vaso de plástico transparente recogió un poco de agua. Sonrió mirando a cámara. Parecía, por el efecto lupa del vaso, que un asno le hubiese prestado la dentadura esa mañana. Después de una sola foto, se bebió desafiante hasta la última gota. Estaba buenísima. Fue directo hacia el juzgado. Nada más poner un pie en la sala, le llegó una sentencia intestinal en forma de diarrea. No sería la única. El arroyo recuperó, poco después, el esplendor que habían perdido sus calzoncillos. Jacinto perdió su dignidad. Pero pudo, por lo menos, conservar una fotografía.

 

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