Imagen de perfilPerseguir un sueño

María Sergia Martín González- towanda 

La mujer, que iba a mi lado en el furgón de refugiados, llevaba el rostro cubierto por un hiyab. Tras días, por campos tortuosos, perdimos de vista el mar y los humos de las aldeas. El conductor detuvo apresurado el vehículo y nos hizo bajar. El sol apuñalaba y el calor era asfixiante. «Madre, ¿y la frontera?», pregunté. «Tras la alambrada», respondió ella. La mujer que iba a mi lado tomó una piedra y la arrojó contra el vehículo que huía sumergiéndonos en una galaxia de polvo. Pude oler su impotencia y su rabia palideciéndole los labios. Nos dejó pocos días después. Cogió mis manos y, silenciosa, me confió su piedra. Esa noche tuve un sueño: era abogado y defendía a madre.
Parece que hiciera un siglo… Hoy, en mi despacho, la piedra permanece junto a mis libros de Derecho, sobre demandas, querellas y contenciosos. Cerca del retrato de madre.

 

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