Vodka con limón

José Antonio Carretero Guillén · Sevilla 

En ese mundillo había otro código de leyes distinto al escrito en los libros de derecho. Llovía mucho, las gotas de agua caían sobre el cuerpo muerto del “testigo protegido”, era el único que había visto cómo mataron a aquel hombre aprovechando el ruido de la mudanza. Llevaban impermeables y guantes de látex, los dos eran calvos y serios. Él estaba decidido a declarar, era demasiado contencioso como para echarles cuenta a su novia y su hermano. Y allí estaba, frio, pálido y empapado de sangre y agua. Los verdugos lo pusieron en el asiento del conductor de un coche que habían estampado aposta contra un pilar y se fueron sin dejar rastro. Volvieron al bar donde habían estado emborrachando al “accidentado”. Pobre payaso. -¿Qué les pongo? -Dos vodkas con limón. El camarero sonrió y dijo susurrando.- Ya no pongo agua en vez de vodka a los vuestros ¿verdad?

 

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