Un secreto placer

Manuel Pablo Pindado Puerta · Leganés (Madrid) 

Hace ya unos años, al supervisar la mudanza del Contencioso número uno, encontré algunos objetos que nadie reclamó. Entre ellos destacaban algunas revistas eróticas, un ejemplar del Código Civil de mediados del XIX y un disfraz completo de payaso, con nariz y zapatones. Olvidé el asunto hasta el día que entré sin llamar al despacho de su Ilustrísima Señoría el juez Torres y le sorprendí jugueteando con una flor de plástico de color amarillo limón, de esas que lanzan un chorrito de agua. Me hice la despistada, pero esa noche dejé el disfraz debajo de la mesa del juez junto con una nota a doble espacio, tamaño doce, como a él le gustan. Desde entonces en la fiesta de Navidad para hijos de empleados nunca ha faltado la actuación del gran Nicolasete, aunque sospecho que nadie, nadie, la disfruta tanto como yo.

 

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