Encuentro prohibido

Julián Muñoz Carrasco · Galdácano (Vizcaya) 

La abogada se abalanzó sobre su amante con ansia, tanta que a poco estuvieron de tumbar una de las pilas de cajas que ocupaban la habitación como resultado de la reciente mudanza. Por el ardor con que sus bocas se encontraban, lo furioso de las caricias, las dos habían estado esperando ese encuentro demasiado tiempo. La lengua de ella aún sabía al limón de las últimas copas y el alcohol daba a su piel un leve rubor. Por un momento se preguntó si su propia nariz estaría roja como la de un payaso; sus dudas aumentaron, se recordó que aquello no estaba bien, que ambas se enfrentaban frecuentemente en el juzgado de lo Contencioso Administrativo de la ciudad. Fue solo por un momento, al sentir cómo los labios de la mujer recorrían su cuerpo, se dio cuenta del implacable código que les era de aplicación. La Ley del Deseo.

 

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