Historia de amor
David Villar CembellínEustaquio Trompeta era el terror de la residencia. Había sido abogado y amenazaba con demandas a cada minuto: demanda si la sopa estaba demasiado caliente, demanda si la almohada demasiado dura, demanda si un día lluvioso le privaba de su paseo matinal. En un mundo, el del asilo, lleno de gruñones, Eustaquio destacaba por gruñón. Cada noche elevaba un pronunciamiento a la insurrección, en sus propias palabras, «a rebelarnos contra la tiranía del paso del tiempo». Cansados de sus querellas imposibles, nadie le hacía mucho caso, salvo, quizá, Margarita Boccini, argentina que había ejercido de jueza en su juventud. Todas las mañanas, así lloviese, Eustaquio dejaba una flor recién cortada sobre su mesilla y había logrado inscribir sus iniciales en el sauce del jardín. Delante de ella, su arrogancia malhumorada tornaba fragilidad. Si había de dirigirle la palabra, vacilante y tímido, Eustaquio bajaba los ojos y pronunciaba: «con la venia».
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Me declaro partidario incondicional de D. Eustaquio, claro que sí. Y su rebeldía con causa. Un relato precioso, muy original y bien escrito. Enhorabuena, mi voto, y un saludo.
Me ha encantado tu relato David, con ese personaje tan gruñón que guarda en su interior una ternura oculta. Mucha suerte con él, tienes mi voto.
Relato bien resuelto con las palabras propuestas. Felicitaciones.
Está claro que nadie se libra de tener su corazoncito, como también que algunos se identifican tanto con su oficio que lo aplican a todos los ámbitos, desde el lenguaje a la expresión de los sentimientos. Una historia de amor llena de simpatía, pese al carácter un tanto correoso de su protagonista y, sobre todo, muy profesional.
Un saludo y suerte, David
¡Ay, el amor!
Qué historia más tierna y qué bien la cuentas, David.
Saludos y suerte.
Que relato tan bonito y enternecedor. Mi apoyo a Don Eustaquio, por supuesto, aunque gruñón con un lado muy sensible y romántico.
Buena prosa, relato bien estructurado.
Mi voto.
¡Qué bonito relato! El ritmo te lleva perfectamente desde la queja, el descontento, el enfado, a es rincon tímido y vacilante, esa vergüenza que se tiene lo mismo con 80 que con 15 años, y que no se borra por mucho que pase el tiempo. ¡Enhorabuena!
Buen relato. Si un abogado no deja nunca de serlo, el protagonista de esta historia intenta mejorar el mundo –o su mundo– más allá de los límites que la vida le ha marcado. Y, además, no deja de reverenciar a su señoría, aunque el tiempo de ésta también haya pasado.
Un saludo y suerte.
Gracias a todos por vuestras palabras y por sacar un rato para leer mi relato.
Sois muy amables.
Muy amena. Suerte
Me encanta tu relato, es genial. Te envío mi voto y mucha suerte. Un saludo!
En el jazz una trompeta con sordina nos desgarra el corazón.
Con tu venia, David, mi felicitación y mi voto.