Imagen de perfilDefensa apasionada del gotelé.

Jesús Francés Dueñas 

Cuarenta años atrás mi padre había empezado en un cuchitril a las afueras. Cuarenta años después el despacho que había heredado de mi padre estaba en pleno distrito financiero, donde la pujante industria de la decoración exclusivista había decidido invertir en la producción en serie de asépticos espacios domotizados y frías oficinas como quirófanos en su estética posmoderna de tanatorio, con cuadros abstractos y feos sin arriba ni abajo, todo con la insana intención de aturullar y empequeñecer al cliente medio. Yo sin embargo, siguiendo la estela de mi padre y queriendo honrar la memoria kitsch de su desarrollista estilo, en un alarde clarividente de adaptación a los nuevos tiempos, hacía pasar a mi cliente a un espacio de recogimiento donde de nuevo se sintiera como en casa, acogido por la magia doméstica de cuadros con escenas de caza y batallas navales e hipnotizado por el discreto encanto del gotelé.

 

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