Al otro lado

Raquel Ferrero Puchades · Madrid 

Nunca pensé que estaría a este lado del estrado. Siento vértigo. De pequeño me encantaban las películas de abogados; me imaginaba como protagonista, con el pelo a raya, la corbata impecable, el traje cruzado y esa palabra justa, ese silencio preparado y esa mirada sostenida. Siempre ganaban ellos, los abogados de las películas. Mi padre decía que eran unos tíos extraordinarios, que le habían ayudado en más de un aprieto. Que estudiara, que le encantaría que su vástago fuera alguien en la vida, que yo tenía cabeza. Pero qué va, mi brújula se decantó por el lado oscuro. Un día, un tipo con la mirada más gélida que un carámbano, me sentenció a diez años. El primer mes, después de la primera paliza y el primer desgarro, me acerqué a la biblioteca y cogí un tomo de Derecho Jurídico. Y aquí estoy, al otro lado.

 

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