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Gabriel Pérez Martínez 

Siempre me dio pánico empezar algo nuevo, tomar la iniciativa. ¿Habría salido Mónica conmigo si le hubiera dicho lo que sentía? ¿Qué habría sucedido si hubiese rechazado la taberna familiar como legado? Yo amaba a la dulce Mónica. Deseaba ser escritor, pero me refugiaba en la comodidad del inmovilismo: comencé a servir mesas siendo niño y acepté la proposición de matrimonio de Nuria porque éramos amigos desde preescolar.
Ahora soy padre de dos hijos: el pequeño es médico de una ONG en Guinea. El mayor es nuestro camarero, pero estudió la carrera de Derecho y no se atreve a ejercer.
En el barrio somos famosos por el conejo al ajillo. Hace días cambié de animal. Cuando los vecinos vean que no hay gatos por la zona, me denunciarán y mi hijo deberá defenderme. Eso sí, haré lo posible por ir a prisión para conocer historias inspiradoras y escribir al fin.

 

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5 comentarios

  • Somos las decisiones que tomamos. Cuántas veces no nos habremos preguntado qué hubiera sucedido si en lugar de una cosa hubiésemos optado por otra. A tu protagonista se le ve arrepentido de no haber seguido otro camino afectivo y profesional, dejándose llevar por el sendero más cómodo y fácil. Quizá, para escribir, aún esté a tiempo; tiempo es también algo que necesita para esa actividad y, por fin, lo va a tener en abundancia. De paso, también conseguirá con ello que su hijo se atreva a dar el paso de ejercer como abogado.
    Un relato lleno de sabiduría, si es cierto aquello que es de sabios rectificar.
    Un abrazo y suerte, Gabriel

     
  • Tienes razón, Gabriel. A veces hay que dejar a un lado los miedos y lanzarse a la piscina de cabeza, o termina uno arrepintiéndose de por vida, aunque parece que a tu protagonista tampoco le ha ido tan mal, después de todo. Y que quiera evitar que su hijo cometa el mismo error es muy típico de los padres, espero que le salga bien la jugada. Y seguro que escribe una gran novela en la cárcel.
    Besos.

     
  • Dicen que es mejor hacer las cosas y aprovechar las oportunidades que lamentarse después de no haberlas llevado a cabo. Las decisiones marcan el rumbo de una vida y el error del padre obligará a ejercer a su hijo, cuya pírrica experiencia jurídica será beneficioso para la profesión frustrada del tabernero. El argumento del micro no tiene ningún desperdicio y todos los ángulos, puntos de vista y giro están perfectamente unidos. Mis felicitaciones por un relato ingenioso. Suerte, Gabriel, tienes mi voto. Un saludo.