Imagen de perfilPENA DE MUERTE

Margarita del Brezo 

Como es natural, me declaré inocente, pero la parte contraria alegó que las pruebas obraban en mi contra y me condenaron sin que mi abogado, un tipo abstruso al que contraté por ser el más asequible, hiciera nada por evitarlo. Puso mucho empeño, eso sí, en convencerme de que la mejor alternativa en estos casos perdidos era sin duda la silla eléctrica. Y tenía razón. Horas antes de mi ejecución hubo un corte en el suministro de luz porque se llevaron los cables de cobre del tendido y tuvieron que posponerla. La vez siguiente saltaron los plomos al accionar la palanca; luego que si al renovar la potencia resultó insuficiente; que si un rayo cayó en el generador. El caso es que años después no han logrado acabar conmigo y hay quien empieza a creer que igual las energías renovables somos lo que el mundo necesita para mantenerse con vida.

 

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