Imagen de perfilProblemas del siglo XXI

Nieves Prieto Lavin 

Cuando el hartazgo me colocó al borde de la crisis matrimonial dudé entre acudir a mi abogado o a mi psicólogo, decantándome por el primero.
Consciente de que el pleito era un desafío expuse los hechos: el eficiente algoritmo detrás de la inteligencia artificial que nos gestionaba la vida familiar había decidido de forma irrevocable e inhackeable invitar a mi suegra a pasar todos los domingos en nuestra casa. Un bebé recién nacido y no sé qué teorías de transformación y generación de apegos, de crianza y regresiones con los ancestros habían propiciado la catástrofe.
El Derecho vino en mi ayuda: un 1902 bien articulado y el ingeniero programador del software y, con carácter subsidiario la empresa que lo empleaba, fueron condenados a pagar una cantidad importante por daños morales. Las reclamaciones en masa vinieron detrás. Las de las hipotecas formaban parte de la prehistoria jurídica del país.

 

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