Imagen de perfilEl cuento de la criada

Marta Trutxuelo García 

Querida, las campanadas de medianoche vuelven a marcar el plazo, esta vez para solucionar tu caso. Pero primero ordenaré tu expediente: la noche de autos abandonaste tu puesto de trabajo para acudir al baile. Los testimonios de los asistentes coinciden en la fascinación que causó tu llegada, con tu elegante caminar; suscriben que tu baile con el príncipe basculó entre una excesiva intimidad y acoso en demasía; todos concluyen que a medianoche tu huida apresurada y accidentada causó algo más que la pérdida de tu zapato de cristal. Y como pruebas: el susodicho calzado, un edicto emplazando a las jóvenes a probárselo y otro bando que te acusa de traición por rechazar al príncipe. Y aquí está el documento mágico, fírmalo y formarás parte del programa de protección de testigos. Querida Cenicienta; yo, tu “aboghada” madrina lucharé por ti: ¿para qué dejaste de ser una criada?… ¿Para convertirte en otra?

 

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