Imagen de perfilPenúltima esperanza

Andrea Tobajas Herrera · Zaragoza 

Lo perdió todo por una mala decisión, o por una mala compañía, o por ambas.
Ese mentecato nunca fue afortunado.
Me eligió para defender su verdad. Yo era su última esperanza, o así interpreté su primera mirada.
Mientras exponía el argumentario que podría salvarle de un mal destino, su Señoría me escuchaba con el interés del que lleva una vida cargando la responsabilidad de sentenciar. En ese momento supe que nací para litigar, no para juzgar.
Bajo la atenta mirada de la sala defendí nuestra disconformidad con el correlativo de la acusación.
Con la premura propia de las conclusiones, exprimí cada segundo; el sprint de una larga carrera de fondo.
Sentí el nerviosismo del acusado, o de la víctima, todo es relativo.
Cuando le quitaron las esposas me juró que cambiaría de vida.
Ayer recibí una llamada de comisaría. Era él, habían pasado 5 meses. Eso duró su nueva vida.

 

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