Imagen de perfilREVERSOS DEL METAVERSO

Manuel de la Peña Garrido 

Desde que existe el Metaverso, ejerzo por igual en el mundo real y en el virtual. Me corrijo: defiendo pleitos fáciles en los juzgados tangibles, mientras que mi avatar está especializado en casos imposibles. Tan peculiar conciliación tiene múltiples ventajas: mi clon internetiano gestiona mejor los fracasos y, si gana, yo -el de carne y hueso- cobro honorarios astronómicos en criptomonedas; como los inspectores de Hacienda no fisgonean el interior del ciberespacio, puedo vivir a cuerpo de emperador emérito. Además, mi alter ego, cual Bond, tiene licencia incluso para delinquir. Es un retrato 3D de Dorian Gray.

Tras un juicio en el foro ficticio, él acaba de salvar de una draconiana condena a un malvado reincidente, un pájaro de la red oscura. La cuota litis será jugosa.

Me guasapea el avatar de mi contable:

– Las digicoins se han desplomado. Ya sabes, la maldita Guerra. Estás arruinado, en ambos universos.

 

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