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Maria Luisa Ventura Sanchez 

¡Mi perro controla de leyes! Cuando hablo de colgar la toga para dedicarme a la construcción, aúlla como un lobo y comienza a girar sobre el material de trabajo que tengo amontonado sobre la mesa.
Babea considerablemente cuando viene a casa el secretario de adjudicaciones públicas para tratar nuestro próximo proyecto: Construir una torre de viviendas – ¡shhh! en suelo urbano protegido- que será muy, muy rentable. Después, pasea su lengua inquieta por mi cara interminables veces y es que es muy resiliente, tiene una inefable capacidad para anteponerse a las adversidades y me avisa a lametazos: Sólo uno: la cosa no será grave, dos: reviste riesgo, más: ¡atención peligro!
Ayer lo vi manipulando mi ordenador y hoy, revisando el correo, he recibido un email ¿de mí mismo? en el que me insto a revisar en detalle el artículo 319, punto 4.1 del código penal, sobre construcciones ilegales.

 

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2 comentarios

  • Se ha dicho del perro hasta la saciedad que es el mejor amigo del hombre, y también aquello de «cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro». El de tu relato, además, tiene dotes de ser el mejor consejero posible, aparte de que no tiene honorarios propiamente dichos. Solo le faltaría hablar, pero realmente no le hace falta.
    Su dueño y abogado es un hombre con suerte. Nadie puede sospechar de dónde procede la clave de su éxito, basado en aciertos constantes. Aunque lo cuente, nadie va a creerle, nosotros sí, porque para esto está la literatura.
    Un saludo y suerte, María Luisa