Imagen de perfilEl poder de la inocencia

Alejandra Puigserver Aldeguer 

-¡Papá!, ¡Ha venido el cartero! – Su enorme sonrisa, impasible ante adversidades mundanas, es como el fuego que calienta la vida.

El hombre, que acababa de llegar con ese alivio, efímero en su caso, de cuando tocas salvo jugando a polis y cacos, coge la carta rezando en silencio.

Una lágrima brota pensando en su casa; inmueble urbano de una planta, dos habitaciones, un baño, salón-comedor-cocina. Superficie total: 52 m2. Eso ponía en los planos cuando la logró construir con mucha ilusión y material lowcost.

El teléfono suena mientras sigue abstraído en el embargo de su vivienda. Su hija, abrazada a su cintura, le guiña un ojo, diciendo sin palabras: “hay que ser resiliente. Confío en ti, papá!”.
Vuelta al ruedo.

-¿Diga?
-Buenos días señor Montero, le han asignado un caso con detenido en Manacor por el turno de oficio, debe acudir lo antes posible, el detenido…

 

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