POR GABRIEL
Susana Goñi Rodríguez · Bizkaia 
Hoy es un día triste. Hemos conocido el fatal desenlace de la desaparición de un niño, que, en estos momentos tendría que estar en su columpio preferido, disfrutando del ritmo de vida que marca la infancia, pero que ya no podrá hacerlo . Pasarán los días, entre misas con el vicario del pequeño pueblo en el que vivía, e intentando averiguar el «por qué», pero, el dolor de unos padres, que dejaron en custodia lo más valioso que tenían a otra persona, no podrá apaciguarse, sólo el tiempo les dará un respiro.
Todos deseamos que el baremo de la vida ponga a cada cual en su sitio, pero en estos momentos, mis ánimos son, además de para la familia, para ese compañero/a que tendrá que llevar la defensa de lo indefendible, hallar la razón a lo irracional y actuar con profesionalidad ante un asunto que, seguro, no le dejará indiferente.
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Efectivamente, un día muy triste en el que muchos nos hemos quedado sin palabras ante lo que es capaz de hacer el ser humano.
Suerte y un abrazo.
Gracias Towanda, sí, unos días muy tristes para todos, necesitaba escribir lo que sentía y aquí lo he hecho, suerte a tí también, un abrazo
Susana
Madre mía, Susana. Qué bien has sabido acercarnos a una tragedia tan reciente que todavía duele.
Estupendo el enfoque final: ponernos en la piel del abogado defensor.
Un abrazo y un voto.
Gracias Amparo por tus palabras, un abrazo, Susana
Me sumo a tu solidaridad y no dudo de la profesionalidad de ese abogado al que se quizás se le remuevan las entrañas durante su alegato de inocencia.
Si, esa abogada necesitará unos cuantos de tus «fortasecs» ;)) para realizar su trabajo… Un abrazo, litispendiente.
En «A Man For All Seasons» (la versión española, «Un hombre para la eternidad», trasladada al cine por Fred Zinnemann), el dramaturgo Robert Bolt pone en boca del jurista Santo Tomás Moro estas palabras. «yo, por mi propia seguridad, otorgo al Diablo el amparo de la Ley». Y así tenemos que actuar los abogados, velando por que se respete el derecho de defensa, aunque estemos ante una repugnante alimaña. Cumplimos una especie de juramento hipocrático, que resulta difícil de entender por muchos. Y en este caso, hay que dar el amparo de la Ley a la malvada Bruja.
Gracias, Susana, por rendir homenaje a Gabriel, ese angelito (no en vano, tiene nombre de Arcángel), el Pescaíto. Pero gracias también por recordarnos que un abogado o abogada tiene que cumplir con su deber en este horrible asunto, actuando con profesionalidad.
Suerte.
Muchas gracias Manuel por tus palabras!! no me saltó el aviso de tener un mensaje y por eso no te había leído ni contestado (perdóname). Es cierto, muy poca gente entiende nuestro trabajo cuando nos toca defender un asunto tan duro como este, sólo los compañeros que, en algún momento lo hemos vivido de cerca nos ponemos en la piel de él/ella (primero en las noticias apareció una abogada y posteriormente un abogado), ambos dos lo que han tenido que sufrir….
Y mi homenaje al «Pescaíto» como tú dices, necesitaba hacerlo aunque fuera aquí y aunque sus familiares no lo leerán nunca, ahí queda. Un abrazo bien grande para ti.