Ilustración: Juan Hervás


Se aburre conmigo

Sol García de Herreros · Segovia 

Tras una civilizada separación –simplemente llamó desde la estación para despedirse- me quedé con el ordenador que usaba mi mujer. Me costó acostumbrarme, porque es más viejo y lento que el portátil que ella se llevó, pero ahora me gusta. Sin embargo, él se aburre conmigo. Querellas, recursos, solicitudes de arbitraje…, todo mi trabajo le produce un tremendo cansancio que manifiesta en una especie de bostezos. Mi ex solía escribir relatos misteriosos, o cuentos infantiles, cuando no organizaba por Internet viajes exóticos que mi exigua nómina y su improductiva carrera como escritora nunca nos permitieron realizar. Tal vez por eso, cuando lo enciendo se queda un momento callado, esperando anhelante por si ella hubiera vuelto. A menudo abro algún archivo suyo sólo por ver ese brillo especial del monitor, y cuando finalmente pincho mi pendrive él emite un tristísimo suspiro. Creo que me culpa de que nos abandonase.

 

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