En el limbo

Luis Miguel Morales Peinado · Madrid 

Al salir de la vista en la que recibí la absolución, me fui a pasear solo por el centro de la ciudad. “Álvaro, el Rey de los Magos de Europa”. Pensé que un poco de diversión no me vendría mal, compré una entrada y me acomodé en la butaca. Mientras se alzaba el telón recordé el día que recogí la notificación del señalamiento del juicio, mi desánimo y, más tarde, la esperanza. El mago me apuntó con el dedo, subí las escalerillas y me introduje en el enorme cubo situado en el centro del escenario, lo cerró y comencé a oír la cháchara. “Señoras y señores, en unos instantes abriré el cubo y nuestro amigo habrá desaparecido”. La música retumbó en mis oídos. Lo siguiente fue un golpe seco y el público chillando. ¡Ha sido un infarto, el mago está muerto! Desde algún lugar continúo esperando disfrutar de mi libertad.

 

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