Cigarrillo de madrugada

Eduardo Pablo Chirico · Buenos Aires (Argentina) 

La estación estaba casi desierta esa madrugada. Borrachos durmiendo su alcohol al final del terraplén, adolescentes besando su amor sin dinero en un banco alejado del farol y un par de perros callejeros escudriñándolo todo en busca de algo. Una llama diminuta quebró la penumbra encendiendo un cigarrillo en la boca de Tomás, quien trataba de armar el rompecabezas de sus recuerdos, mirando con la inquietud de un paranoico. Una pitada nerviosa. La querella había sido complicada e involucraba a varios integrantes del gobierno. Tomás emergió de una nómina de ochenta postulantes para asumir la defensa. Otra pitada – su carrera despegaría – suspiro y una pitada más. El arbitraje adverso desmoronó su caso como castillo de naipes. Había equivocado el enfoque y los funcionarios juraron venganza. Ahora le quedaba ese cigarrillo, el tren, su nueva identidad y tratar de cruzar la frontera. Sólo así estaría a salvo. O no?

 

0 Votos

 

Queremos saber tu opinión