Celos electrónicos

Rafael Gavilán · Unit e Alhambra, Estados Unidos 

Los circuitos se me recalentaron el día que el juez de instrucción decidió prescindir de mis servicios. ¿Cómo se atreve a cambiarme por un Macintosh ultraplano? ¿A mí? ¿Después de todos los servicios prestados? ¡Cuanta ingratitud! Yo no soy un vulgar empleado en nómina; y sin haber estudiado leyes sé más sobre cualquier querella, arbitraje o menester legal que todos de esos engreídos que toman café con la toga puesta en el bar del juzgado. Me siento como una vieja locomotora varada en la estación de un pueblo olvidado.Tengo la CPU inflamada con tanto estrés. Pero esta noche, antes de que el juez transfiera todos los archivos al arrogante tipo de la manzana mordida, me daré un atracón de amperios para que la subida de tensión liquide el disco duro. Será mi suicidio cibernético, mi último servicio a favor de la ley que me olvidó.

 

0 Votos

 

Queremos saber tu opinión