Imagen de perfilEL COLLAR

Yolanda Nava Miguélez 

A la letrada que me recomendaron para llevar mi divorcio le precede una estela del noventa por ciento de casos ganados. Después de muchas horas preparando el juicio hemos tomado confianza y me ha explicado el origen de su vocación. Se remonta a su infancia, al desengaño sufrido con el juramento de amor eterno que un niño le hizo a los doce años. Asegura que le regaló un collar de margaritas precioso, idéntico al que vio en el cuello de su mejor amiga ese mismo día en la biblioteca. Desde entonces no cree en el amor y menos en el que lleva una firma de por medio. Para ella es un privilegio contribuir a separar lo que nunca debió unirse. La escucho intrigado. Había echado al olvido el incidente y no consigo recordar cuál de las niñas a las que les regalé el collar ese día, es ella.

 

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