Sacrificio vital
Gonzalo Toledo ChovaRondan las once de la noche en mi despacho. Frente a mí, bloques de edificios se elevan hasta las estrellas en la ciudad de Nueva York. Hace ya tres años que conseguí el trabajo soñado, para algunos, pero no para mí. «Es una magnífica oportunidad» decían, «Wolfgang-Petersen es un gran bufete», pero desde la soledad bulliciosa de este lugar, observando el retrato de mi mujer y mis pequeños zoquetes, como los llamo cariñosamente, no me queda más que plantearme si merece la pena todo este sacrificio, si mi sistema de preferencias es el correcto. cada noche delibero lo mismo antes de salir del despacho, mientras, mirándome con su ojo de cristal, la piraña disecada que reina en la pared parece decirme, «yo devoraba a otros para alimentarme, pero tú te estas devorando a ti mismo para alimentar a otros».