Juegos de guerra

Gerardo M. Rodríguez López · Salobreña (Granada) 

Tras la intervención de su particular letrado, los acusados esperaban impávidos la sentencia mientras saboreaban unas gominolas. La defensa había argumentado la existencia de un fallo técnico en el sistema de propulsión del cohete que debía transportar al espía hasta territorio enemigo. Sin embargo, de poco sirvió tal argumento desarrollado por su hermano mayor, pues la mamá de aquellos diablillos no sabía aeronáutica ni era entendida en tácticas de guerra. La pena fue inmisericorde: una orden de alejamiento permanente de su mascota y tres meses sin paga. El pobre gato aún se recupera del susto de aquel vuelo infernal que le condujo contra la tapia de la casa de enfrente.

 

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