Conciencia de espía

Yemila Saleh Fraile · Bilbao 

Hacen bien en contratarme. Soy el mejor, y pienso demostrárselo, querida Primera Dama, querido Vicepresidente, querido lobby conspirador: nadie sabrá que el Presidente murió al atragantase con una gominola y no por la explosión que produjo el cohete lanzado por terroristas contra su suite. Como he prometido, sacaré la gominola de su esófago antes de que lleguen el forense, el letrado y compañía, así no pasará a la historia como el Presidente que se atragantó justo antes de sufrir un atentado. Pero…¿saben que tengo una idea aún mejor? Cuando le saque la gominola, en su lugar colocaré una de esas pildoritas azules cuyas propiedades seguro que conocen. Así, nuestro querido genocida, responsable de bombardear medio mundo, será recordado como el impotente más torpe de la historia. Porque soy espía, sí, pero también un hombre con conciencia. Y ese tipo no se merece otra sentencia póstuma que la vergüenza eterna.

 

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