Imagen de perfilEL REY DE LA PISTA

FRANCISCO JESUS SAN MARTIN 

Cuando sentado en mitad de la sala noté un silbido junto a la mejilla izquierda, recordé la magistral clase de argumentación que mi padre me dedicó hace veinte años en la sobremesa de la comida de año nuevo tras comunicarles el firme propósito que tenía de abandonar la carrera para dedicarme a la farándula.
En su condición de experto letrado me conminó a terminar y así, decía, una vez licenciado podría elegir qué tipo de artista ser en ese circo. Tal vez Juez y ejercer como Jefe de Pista; quizás funcionario y colaborar como los subalternos que instalan la carpa; también, como él, Abogado y crear en cada vista un número de magia; o Fiscal y, al igual que el lanzador de cuchillos, definir con cada pregunta la silueta del sospecho sobre la diana. Como buen penalista, él siempre supo cuál sería mi sitio en la pista.

 

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