Imagen de perfilEl pasante

Juan Luis Pérez Martínez · Pontevedra 

No puedo reprimir una breve mueca cuando lo veo; sin duda el chico es un verdadero fenómeno, no hace ni dos semanas que llegó al despacho y ya parece todo un letrado. Cuando apareció aquella mañana buscando asilo político, aún con el birrete sobre la cabeza, pensé que se trataba de otro pipiolo asustado sin idea de la vida ni mucho menos de la profesión. Me equivoqué. Ahora me lo encuentro explicando a mi cliente la defensa del caso que el mismo preparó, con una seguridad y elocuencia digna de un fiscal. Me va a comer con patatas. Lo interrumpo, le pido amablemente que haga dos copias del escrito de alegaciones que traigo en la mano y yo mismo continúo su exposición. El chico tiene madera, hay que reconocerlo, pero que disfrute con calma su enero profesional que a mi calendario aún le queda un largo otoño.

 

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