Imagen de perfilEl amigo del fiscal

Onintze Dominguez Rodriguez 

Entró en el juzgado cabizbajo, hoy no era uno de esos días buenos de trabajo. Ser el fiscal en un caso de petición de asilo político como éste le hacía plantearse si su moral no chocaba demasiado con la ley. Esperaba al menos que el proceso fuera breve; los malos tragos, mejor rápidos. Miró el calendario y calculó cuándo saldría la sentencia. Igual el hombre podía quedarse hasta finales de año en el país y si así era, celebrarían el Año Nuevo en la Asociación, como antes: el inmigrante ilegal y el fiscal, amigos desde la niñez en aquel pueblo de África. Pensó con tristeza que si él no hubiera sido un fenómeno en los estudios y hubiera conseguido aquella beca para la universidad española, ahora estaría igual que su amigo. Respiró hondo y entró en la sala, siempre miraban extraño al ver un fiscal de raza negra.

 

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