Puntos suspensivos

Agustín Martínez Valderrama · Gavá (Barcelona) 

La primera vez que te vi hacía un día espléndido, radiante, maravilloso. Don Gregorio definía la noción de jurisdicción mientras yo admiraba tus piernas. En el receso, antes de precisar los conceptos de cohecho, malversación y apropiación ilícita, te propuse salir. Nos saltamos la siguiente clase y fuimos a la playa. Abrazados, paseamos por la orilla hasta alcanzar el rompeolas. Y al anochecer, bajo el influjo de la luna, te besé, desabroché tu blusa, te levanté la falda y… Luego, la guardia civil nos puso una multa por bañarnos desnudos. Aún recuerdo tu risa cuando la luz de la linterna iluminó mi cara. “Parecías un espectro”, dijiste. La última vez que te vi, la toga escondía el morbo de tus piernas. El birrete, mi ímpetu. Y ya no hacía un día tan espléndido, ni maravilloso, ni paseamos abrazados, ni la luna, ni tu falda, ni puntos suspensivos.

 

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