Por amor

Isabel González González · Madrid 

Desde que me enamoré de ese abogado ya no soy la misma. Golpeo a los ancianos que se me cuelan en la tienda, lanzo a mi perro contra las pantorrillas de los niños y hasta he atracado una mercería. Todo para llamar su atención. Para que él actúe en mi defensa. “Un síndrome claro de estrés y encoñamiento”, me ha dicho el psicólogo. Ha sido oír esas palabras y algo se me ha revuelto en el estómago. “¡No es cierto!”, me he puesto en pie de un salto. He cogido el bolso y he extraído un cuchillo. “¡Te voy a desollar maldito mentiroso!”, le he amenazado. “Señorita, por favor. La justicia no va a librarle de ésta”, trataba de disuadirme. Qué sabrá él de mi vida. A quién le importa ya ese picapleitos. Esta misma mañana me he enamorado de un taxidermista.

 

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