El señor Estrés

¡µngel Ortin Pascual · Zaragoza 

Una mañana de agosto el señor Estrés se levantó, en una habitación con vistas al mar, irascible, aquejado de neuralgia y con una añoranza excesiva por el ritmo frenético de los meses anteriores.
Todavía en pijama, llamó a su abogado con la pretensión de denunciar al causante de aquellas dolencias. El letrado, tras consultar la jurisprudencia pertinente, le comunicó que padecía síndrome prevacacional y que en su defensa podía presentarse una demanda contra su empresa y otra contra la agencia de viajes por descortesía, intromisión en la intimidad y homicidio frustrado.
Sin embargo, le advirtió que su escrito tenía pocas posibilidades de prosperar y que lo que realmente le aconsejaba era que disfrutase del rumor azul del oleaje, del blanco lejano de una noche estrellada, del rojo burdeos de una copa de vino…, pues, al llegar septiembre, sin acudir a la justicia, recuperaría sus niveles habituales de ansiedad y nerviosismo.

 

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