Diógenes desatado

Rocío Stevenson Muñoz · Alcalá de Henares, Madrid 

El abogado encargado de la defensa del hombre que había sido llevado ante la justicia por una extraña variación del síndrome de Diógenes que le obligaba a robar documentos en custodia, detectó en la mirada de su cliente la feroz avidez de posesión, el ansia incontrolable de arrancar de las manos del letrado el legajo en el que éste había redactado palabras durante meses para salvar al defendido de la cárcel. Dominado por el estrés, pues la certidumbre de lo que había de acontecer si no hacía algo por evitarlo era innegable, el abogado introdujo en su boca, uno a uno, cada uno de los documentos que con tanta paciencia había compilado y los tragó de golpe.

 

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