Amigas

Isabel Rodríguez Madrid · Córdoba 

Señor abogado, confieso creer ciegamente en la justicia, en mi defensa le digo que es verdad, mis huellas están por toda la casa, en los frascos de sales con olor a limón, en las cerillas apagadas, yo no fumo, eran para encender las velas del borde del jacuzzi, estuve probándome el vestido rojo de Valentino, me queda mejor que a ella, lo testifica el espejo del vestidor con síndrome de madrastra de Blancanieves, también reconozco que descorche una botella de champagne acompañada de una lata de caviar beluga, se tiraron sobre mí al abrir las puertas de un frigorífico, casi tan grande como el armario de mi dormitorio, pero que yo trajinara con su marido en el mismo puerto donde la arrojaron al mar es puta casualidad.
Me confió las llaves de su casa, tenía que cuidarles las paupérrimas macetas, mientras ella sacudía su estrés en un crucero por Grecia.

 

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