Sonrisa.
Javier López Vaquero Fue un gran abogado, cabeza visible de su despacho. Así se lo reconocían jueces, fiscales, clientes y los abogados que litigaron en su contra. Fue feliz ejerciendo la profesión, pero todo cambió cuando murió su mujer. Luego el paso del tiempo trajo la jubilación y poco a poco sus hijas, yernos y nietos fueron alejándose y la vida idílica que había tejido fue deshilachandose hasta encontrarse muy solo.
Y esa soledad puso en riesgo su salud mental. Paseaba sin rumbo visualizando antiguos juicios. En casa se colocaba la toga y realizaba grandes alegatos frente al espejo para preservar unos recuerdos que se marchitaban.
El cambio se produjo sin esperarlo. Las hijas regresaron y todo era como antes. No le importó la causa. Quizás fuera el bulo de una lotería premiada, o el médico que desveló la enfermedad que le carcomía. Lo importante era que había recuperado la sonrisa.
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Hermoso relato que retrata la dura realidad de la vejez que, por mucho que se intente, trae siempre de la mano la sensación de pérdida y la soledad. Muy bien escrito, Javier. Enhorabuena, mi voto, y un saludo.
Muchas gracias Nicolás. Quizás con los años uno de los mayores miedos, la soledad.
Entrañable historia la que cuentas. Me ha encantado. Un placer leerte.
Mi voto.
Suerte
Muchas gracias Alejandra. Un placer escribir.