DESAHUCIO
Federico García FernándezLos habían echado de su hogar. Sin comunicarles con cuatro meses de antelación el fin del arrendamiento. Adiós. Sin tiempo para nada. Tuvieron que marcharse con lo puesto: un taparrabos tejido con hojas de parra. Y todo porque ella había dado un mal paso y había cogido lo que prohibía una pequeña cláusula del contrato: los frutos que debían preservar de aquel manzano bien visible en el centro del jardín. Pero ella pensó que todo el monte era orégano: es el riesgo de vivir en una buena zona, donde no falta de nada.
El Propietario los había demandado y puesto de patitas en la calle. ¡A ver cómo encontraban ellos ahora un buen abogado de Derecho Divino fuera del Paraíso!
+8
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Enhorabuena por tu relato, Federico, tal vez si Adán y Eva hubieran conseguido hallar ese buen abogado, ahora viviríamos todos en el Edén. Suerte para ellos y para ti mi voto.
Muchas gracias, Ana María. Con tu comentario y tu voto, yo ya me siento en el paraíso
Me temo que lo tienen muy complicado. Van a tener que esperar unas cuantas generaciones y darse prisa en procrear.
Original y divertido, Federico.
Un saludo