Imagen de perfilAllí no estaban ni Dios ni San Pedro

Mar López Salmerón 

Otra vez aquel pitido infernal del reloj. Claro que tenía altas las pulsaciones, era visible mi nerviosismo, de ese juicio dependía mi carrera. Justo cuando la jueza me reprendía por interrumpir, la nada.

Y de repente otro juicio, concretamente el mío ante las puertas del cielo. Y allí no estaban ni Dios ni San Pedro, sino un Tribunal de directivos de Silicon Valley presidido por Mark Zuckerberg.

_ Vemos que ha fallecido por un infarto, su tejido cardíaco era débil y sufría riesgo de miocarditis.

No sólo tenían mi historial médico. Lo sabían todo de mi: mis gustos, mis gastos… ¡Hasta los pasos diarios que daba!

Como abogado siempre buscaba preservar la intimidad de mis clientes pero la mía la había regalado a golpe de click.

Ante eso no había defensa posible y el veredicto era claro: imbécil.

Lo bueno, por imbécil no te prohíben la entrada en el cielo.

 

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