Imagen de perfilTarde de fútbol

Javier López Vaquero 

Don Lucio Cartaglia, arrastraba su avanzada edad por las alborotadas calles camino del estadio Monumental. Su maltrecha salud resurgia cuando entraba por el acceso de la puerta ocho. Luego se reunía con su socio de bufete.
No trataban la expropiación de las Cárnicas Soreche, ni de proteger los expedientes del caso de la viuda negra de Atavares de la curiosidad de los medios. Tampoco de vigilar la custodia del padre Valladares. Olvidaban el trabajo duro de leyes y se imbuian del ambiente.
El azogue subía cuando el equipo pisaba el césped. Al descanso comían un bocadillo y afrontaban el final con entusiasmo. Subían los decibelios con el gol local y cuando ganaban, se dejaban arrastrar por la algarabía de la hinchada.
En casa le esperaban las rutinarias croquetas de después del partido, y luego se acostaba. Le gustaba pensar que el mundo estaba en orden.

 

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1 comentario

  • Unos recurren a la buena lectura, otros al cine, las series o el teatro, pero está claro que todos necesitamos evadirnos, nuestra salud mental requiere marcar a intervalos una cierta distancia respecto a las obligaciones diarias, incluso aunque se realicen con gusto y hasta con pasión. Un partido de fútbol en compañía de un amigo puede ser una forma de relajar la mente mientras está, despreocupada, en otro sitio. El caso es no pensar demasiado. En ese sentido, observar cómo corren detrás de un esférico 22 individuos en pantalón corto es un recurso respetable y puede que eficaz.
    Un saludo, Javier