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Mª Jesús Díez-Astrain 

Aunque ahora es un hijo más para nosotros, cuando vino a pasar sus primeras vacaciones sanitarias era apenas un ratoncillo de seis años asustado ante lo desconocido. Misha entró en el programa porque su padre, ya muy enfermo, había sido un Policía destinado a cerrar las heridas de la central nuclear.
Los niños afectados por la tragedia de Chernobyl venían a España en verano a disfrutar del clima, a comer alimentos no contaminados y a respirar aire puro, en la esperanza de que eliminaran los residuos radiactivos que se acumulaban en sus frágiles cuerpecitos.
Doce años después, Misha mide casi dos metros y estudia Derecho en Kiev. Dice que quiere conseguir un mundo más sostenible, en el que personas como su padre no pierdan la vida debido a los destrozos provocados por otros seres humanos.
Yo le miro orgullosa y pienso que podrá lograrlo. Es de Justicia.

 

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