COQUETERÍA JUDICIAL
RAFAEL OLIVARES SEGUÍLeocadio Fumarola no pudo conciliar el sueño en toda la noche. A la mañana siguiente actuaba como fiscal en un juicio al que asistirían como observadores el Juez Decano y el Fiscal Jefe. Era su gran oportunidad y si salía airoso ninguna barrera impediría su ascenso a un puesto en la Audiencia.
El encausado estaba acusado de estafa por introducir en el mercado género de imitación sin las garantías de calidad exigibles. Leocadio expuso las diferentes pruebas que había aplicado a dos prendas de vestir aparentemente iguales, una original y otra de imitación, con resultados demoledores tras someterlas a lavado, planchado y secado. Su intervención, que estaba resultando muy tediosa, giró espectacularmente cuando presentó las dos prendas, una flamante y otra hecha un gurruño. Se trataba de la toga estrella en la colección otoño-invierno de la última pasarela de París, que estaba causando furor entre la judicatura.
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La elección de la prenda fue una jugada maestra, directo a la conciencia jurídica revestida de frivolidad, ja, ja, ja. Muy, muy divertido, Rafa. Te mando mi voto y un abrazo.
Sus señorías también tienen su puntito.
Gracias, Salvador.
Abrazos.
Tu sentido del humor y tu fina ironía siempre son de la mejor calidad y no admiten imitaciones.
Te los cambio por tus buenas letras.
Gracias, Margarita.
Besos.
A todo el mundo le gustan las cosas buenas, los jueces no iban a ser menos. Divertido e ingenioso como siempre, Rafa. Un abrazo
Amigo Ángel, el gusto y la coquetería no están reñidos con las leyes.
Abrazo fuerte.
Je je. Me imagino la toga con escote palabra de honor.
Y no te pierdas la línea que combina puñetas y transparencias.
Saludos.
Di que sí, Rafa, que todo el mundo tiene algo de ganas de presumir y con una toga encogida y arrugada las sentencias no brillan igual.
Un petó (i un vot ;-).
Carme.
No tiene por qué perderse el glamur con la ropa de faena.
Gracias, Carme.
Petonets.