Imagen de perfilSIN SECRETOS EN LA CONFESIÓN

Juanma Velasco Centelles 

– Ave María Purísima.

Gustaba de referir como testificar a confesarse. Habitualmente en su concatedral de cabecera, por afinidad con el párroco, porque jamás contemplaba su inadmisión por ruindad como una posibilidad de procedimiento. Extrañamente, la Iglesia todavía no hacía caja por prestar el servicio.

Sin embargo, la voz emergente tras la rejilla no era la acostumbrada. Tan resuelta como timbrada, le provocó al confesante una vacilación impropia en alguien avezado a detectar incluso los ultrasonidos que subyacían en las declaraciones de testigos y acusados.

Sobrepasados los preliminares del ritual, el cura debutante preguntó:

– ¿De qué pecados se acusa usted?

Acusar.

El infinitivo le desentumeció esa arrogancia que trataba de sacudirse en cada confesión sin conseguirlo.

– Sólo de uno, padre, uno que envuelve a los restantes: soy abogado – recopiló.

El fallo del nuevo sacerdote no se hizo esperar.

– Rece cien padrenuestros. Con todo, no serán suficientes…

 

+15

 

Queremos saber tu opinión

4 comentarios