SENTENCIA DE CULPABILIDAD
Guillermo Portillo GuzmánInterrumpí la vista oral con un inevitable e inoportuno estornudo que llenó la carpeta de pequeñas gotas. Amparo no lo dudó un instante y me fusiló con esa mirada fulminante y acusadora que usaba para certificar mi culpabilidad. Era la juez asignada al caso por la oficina de reparto en turno.
Empezar el día soportando aquel juicio, hizo que el desayuno se convirtiese en una papilla ácida y desagradable que no conseguí digerir correctamente, lo que provocó una circunstancia aún más gravosa y perjudicial para mis intereses: acabé vomitando sobre la mesa.
La situación empeoró por momentos y los cargos acusatorios, y sobradamente probados, me colocaron en una tesitura de absoluta indefensión.
Ser un bebé de tres meses no es fácil. No controlas aún tus necesidades fisiológicas y obligas a tu madre a cambiarte el pañal nocturno, y si además le vomitas el desayuno sobre la toga, peor que peor.
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Muy bueno, al leerlo por segunda vez lo he disfrutado aún más.
Esa era la intención, provocar una segunda lectura más pausada y recordar cuando fuiste bebé e hiciste esas cosas, jajaja.
Gracias por el voto y por leer.
Un abrazo.
Buenísimo. Asqueroso, pero buenísimo. Te vomito mi voto, digo emito mi voto y me inclino ante tu buen micro. Un abrazo
Pues ya que estamos en plan bebé, tras el eruptito previo y necesario, te voy a vomitar de primero un gracias y de plato principal, un fuerte abrazo amigo Esteban.
Me alegra que te haya gustado.
Pobre: sentenciado ya desde tan pequeño se convertirá en un auténtico semillero de traumas. Y luego pasa lo que pasa.
¡Qué bien te lo pasas, Guillermo!
Mucha suerte y un abrazo.
Pues sí, Margarita, me lo paso igual de bien que tú, escribiendo… Pero dejé de ser un bebé hace muchísimos años, tantos, que ni lo recuerdo.
Suerte también para ti y un abrazo sin vom…. jajaja.
Querido Guillermo, me he pasado por aquí (lo hago de vez en cuando) y acabo de encontrarme con tu espléndido y divertidísimo relato, repleto de imaginación y tino. Me quedo lo justo para votarte y desearte mucha suerte. Un abrazo.
Cuando un amigo que ha ganado este concurso te felicita desde Kabul como lo has hecho tú, solo se le puede dar un fortísimo abrazo.
Me alegra que te hayan divertido las anécdotas de ese bebé inmaduro al que tanto quiere Amparo.
Se le echa mucho de menos. Yo de usted…, volvería.
Un voto por tu micro y la conciliación familiar.
No te preocupes Juan Manuel, los años pasaron, Amparo se jubiló y el bebé sin nombre ahora es juez.
Gracias y un fuerte abrazo.
Maravilla
Pues no sé qué decir, Carmen.
Suelo contestar siempre en un tono digamos «gaditano chirigotero», es lo que tiene haber nacido allí, pero ante tu calificativo, se me suben los colores y me «arrebolo» (vamos, que me pongo colorao).
Gracias y un abrazo.
He entrado de lleno en tu relato, pero no sabría decir si como letrado o como padre de una hermosa criatura de cuatro meses… en cualquier caso, tomo tu relato como un aviso a navegantes y me andaré con ojo por casa, no vaya a correr la misma suerte que Amparo.
Felicidades y mi voto más cariñoso, Guillermo.
Pues entonces, al que hay que felicitar es a ti y a tu mujer. Y no te preocupes, lo que le pasa al bebé de Amparo les pasa a todos, vienen así de fábrica.
Y el cricket déjaselo a los pakistaníes, no creo que en nuestro país tenga éxito.
Un abrazo Rafael.
Un voto más desde Boston para mi escritor favorito! Enhorabuena. Sigues siendo el más votado.
Desde Cadizfornia te doy las gracias y espero no ser eso que dices, porque solo soy un aprendiz que intenta poner una palabra detrás de otra sin cometer demasiados fallos.
Un abrazo… ¡Qué narices! Mejor un beso.
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