Imagen de perfilSENTENCIA DE CULPABILIDAD

Guillermo Portillo Guzmán 

Interrumpí la vista oral con un inevitable e inoportuno estornudo que llenó la carpeta de pequeñas gotas. Amparo no lo dudó un instante y me fusiló con esa mirada fulminante y acusadora que usaba para certificar mi culpabilidad. Era la juez asignada al caso por la oficina de reparto en turno.
Empezar el día soportando aquel juicio, hizo que el desayuno se convirtiese en una papilla ácida y desagradable que no conseguí digerir correctamente, lo que provocó una circunstancia aún más gravosa y perjudicial para mis intereses: acabé vomitando sobre la mesa.
La situación empeoró por momentos y los cargos acusatorios, y sobradamente probados, me colocaron en una tesitura de absoluta indefensión.
Ser un bebé de tres meses no es fácil. No controlas aún tus necesidades fisiológicas y obligas a tu madre a cambiarte el pañal nocturno, y si además le vomitas el desayuno sobre la toga, peor que peor.

 

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