Imagen de perfilOlor a veneno

Carlos Alberto López Martínez 

Nadia nada dice ya cuando detecta las mentiras de su marido. No necesita un médico para certificar que su amor yace muerto irremediablemente. Al principio, solo vio pequeñas señales, como retrasos insospechados, que se convenció para desechar al amparo de lo que su corazón sentía. Pero una fragancia ajena en la chaqueta del infiel la convenció.

¿Y ahora qué?- La duda siguió al desengaño.

Creyó que Ana, su mejor amiga, la aclararía:

-Antes de empezar un drama, asegúrate, y consulta con un abogado- respondió. Y la citó con Alberto, su marido.

Y en su despacho, entre carpetas y estornudos causados por el polvo de los legajos, lo encontró, feo y meditabundo, tan opuesto a su apuesto cónyuge.

-Nadia, ¿En qué puedo ayudarte?

-¿Te acuerdas del perfume que te ayudé a elegir para vuestro aniversario?

Y sin más palabras, lo besó.

-¡Pues ahora los cuatro lo llevamos puesto!

 

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