Imagen de perfilUn testimonio incómodo

JUAN PEDRO AGÜERA ORTEGA 

La cola de embarque parece eterna. Después de tres años con el visado caducado, me obligan a regresar. Jamás pensé que me expulsarían, queda tanto por hacer en el campo de refugiados, pero un abogado occidental resulta molesto para las autoridades. Prefieren que no haya testigos de su genocidio encubierto: un formato simple y eficaz para reducir población extranjera, la hambruna.
El encendido de los motores constata lo inevitable. Saco de mi maletín la agenda que no volveré a repasar. Entre sus páginas, los casos pendientes: las peticiones de asilo de Yamir, Gnime, Yulema y tantos otros; las citas en las diferentes embajadas, los recursos en trámite contra cada solicitud denegada…
Mi vuelta resulta amarga, siento como si los abandonara, pero no pienso resignarme. Por poco interesante que les parezca, inundaré las redes con todo el material gráfico recopilado y conseguiré que Europa deje de mirar hacia otro lado.

 

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