Imagen de perfilLEYES MUERTAS

Ángel Montoro Valverde 

En mi oficio, conocer la ley es un visado para el éxito, el arma para usar en estrados, buscando las vueltas al contrario. En mi vida, sin embargo, me la salto cuando puedo. Pero el lunes tiré un envoltorio en el parque y al volver al despacho encontré a la nada interesante Ordenanza de Urbanidad y Convivencia cubierta de hematomas. Días después, tras saltarme un stop, el Código de Circulación apareció salpicado de sangre. El jueves, cuando presenté la renta, era la Ley General Tributaria en formato digital quien padecía heridas inciso-contusas. Hoy he quedado con mi socio para repasar las cuentas y repartir beneficios. Mi sorpresa es que su Código Penal sangra a borbotones, mientras noto en mi espalda la punzante hoja de un abrecartas.

 

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