Jauría
María Gil SierraHuyen de los chacales. De los aullidos que disparan al aire celebrando la victoria. Dos mujeres solas. También ellas saben afilar los colmillos cuando luchan por los derechos de sus “hermanas”. Desde que se titularon, han trabajado duro en el bufete para promover condiciones de plena igualdad. Ahora los depredadores andan al acecho. Quieren destriparlas y devorar su futuro. Ocultas tras los velos de impotencia, atraviesan la ciudad. Desde los puestos callejeros, les llega el aroma dulce de los jalebis y el olor fuerte de la salsa verde que acompaña a los kebabs. Ya los extrañan y todavía no se han ido. Pero el instinto de conservación exige un cambio radical en sus vidas. Aunque sin salvoconductos serán presas fáciles. Suena uno de sus móviles. “Los tenemos”, dice una voz lejana. Ellas ríen. Lloran. Y prosiguen hacia el aeropuerto para tomar el avión que las alejará de Kabul.
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Enhorabuena, María. Un relato brutal y, por desgracia, de rabiosa actualidad. Parece que el tiempo ha retrocedido veinte años.
Te deseo muchísima suerte y doy mi voto por su libertad.
Besos apretados.
Pues sí, Pilar. Parece un reportaje más que un relato de ficción. Es lo que está sucediendo.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Espero que tus mujeres consigan subir al avión y empiecen una nueva vida lejos del infierno.
Enhorabuena, Maria.
Ojalá que exista un milagro para las mujeres afganas. Y para tantas mujeres, en todas partes, que no tienen libertad.
Un abrazo, Rosalía.
Un relato que refleja la dura situación que las mujeres viven en algunos lugares del mundo.
Enhorabuena, María, y mucha suerte.
Mi voto y un abrazo.
Es cierto Ana Isabel. Poca ficción y mucha realidad, por desgracia.
Un abrazo.
Qué difícil contar tanto horror con tanta delicadeza y preciosismo.
¡Enhorabuena, María!
La verdad es que este tema no se me va de la cabeza.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo, Margarita.
Mi micro de este mes abordaba el mismo asunto, pero no ha pasado el corte. No puedo por menos que votar el tuyo, merecidamente seleccionado, María.
Seguro que enviaste un gran relato, pero me adelanté con el tema. Siento no haber podido leer el tuyo porque siempre son muy buenos.
Un abrazo y gracias por el comentario.
Cuándo tanto ha costado dar un paso hacia adelante, tener que volver atrás ha de ser muy duro, como ser mujer en algunos entornos, como que venza la lógica de los chacales y no la que sería razonable. Estas mujeres que han podido escapar del infierno no tendrán fácil empezar de cero en un lugar extraño, por mucho que nos llenemos la boca de solidaridad. Quizá lo tengan algo más fácil, pues se han formado, tienen estudios, son profesionales de eso que llamamos Justicia (así, con mayúscula), que tantas veces brilla por su ausencia.
Un abrazo y suerte, María
He visto reflejada en tu relato toda la desesperanza de esas mujeres y he respirado de alivio gracias a ese final, o ese punto y aparte, porque espero que puedan regresar algún día y recomponer su país. Bravo, María. Mucha suerte y besos.
No podía dejarlas en Afganistán. Al menos, a ellas no.
Un beso, Belén.
Otro abrazo para ti también, Ángel. ,Y como siempre, encantada de leer tus comentarios.