Cucú (una historia sobre la injusticia)
David Villar CembellínCuando su madre se levantó, corrió a esconderse. El pequeño juez contaba cuatro años y su anhelo era dar un susto de verdad, se había acabado la convalecencia de aquellos tiempos condescendientes donde él hacía “¡uh!” y todos fingían miedo con aspavientos. Aquel día el susto sería real. Se oyeron pasos:
—¡Cucú! —apareció victorioso.
Como una flecha de luz, como un verbo fugaz, fue el acto reflejo de su madre: una sonora bofetada, ¡plas!, su mano izquierda abofeteándole con la velocidad de un parpadeo.
En los ojos del pequeño juez comenzaron a condensarse lágrimas de incomprensión. No quería llorar, no sabía qué contestar, pero se palpaba el moflete amoratado y hacía pucheros. Aquel día descubrió La Injusticia…
(…)
Nuestro pasado nos pertenece como el hambre al destierro, imposible repudiar los recuerdos. Por eso eligió la judicatura, se autoconvence, para luchar contra la sinrazón.
“Cucú”, todavía susurra cuando descarga el mazo.
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Cuando uno sufre en sus carnes la injusticia es capaz de ser luego mucho más justo.
Buen relato, David. Te dejo mi voto.
Besos.
Muy de acuerdo contigo. «La patria de un hombre es su infancia». Mi voto y suerte.
Genial relato, como siempre…
«El pasado no existe, ni siquiera es pasado», que dejó dicho Faulkner.
Felicidades.